Aprender idiomas tiene muchísimas cosas buenas. La más obvia es que podremos comunicarnos con mucha más gente, pero no es la única. Otra gran ventaja es que a través de ellos conoceremos realidades distintas, universos completos que hasta entonces desconocíamos. También, conociendo a los otros, podremos desprendernos de los prejuicios que podamos tener.
Existen prejuicios de muy diverso tipo. Los hay por razón de género, de religión, de orientación sexual, etc. Sin embargo, hay un tipo de prejuicio que suele pasar desapercibido y que está muy asentado en las cabezas de muchas personas: el prejuicio lingüístico.
En realidad, no debería usar el singular porque los prejuicios lingüísticos son muchos. Son todos aquellos que llevan a presentar unas lenguas como mejores que otras, más útiles o más completas. Este tipo de argumentaciones se hacen basándose en distintos prejuicios: si las lenguas son fáciles o difíciles, si son pobres o ricas, si tienen muchos o pocos hablantes.
Hoy nos vamos a centrar en los prejuicios lingüísticos culturales. Esta categorización la realizó Jesús Tusón en un libro del que ya he hablado aquí.
¿Qué son los prejuicios lingüísticos culturales?
Hemos dicho que existen muchos tipos distintos de prejuicios. Lo que no hemos aclarado es que muchas veces estos se superponen, se mezclan y se potencian los unos a los otros. Los prejuicios culturales son aquellos que consideran unas lenguas intrínsecamente mejores que otras y, de paso, están considerando que unas sociedades son mejores (o más avanzadas o como se quiera decir) que otras.

- Hay lenguas pobres y lenguas ricas. Con esto no me estoy refiriendo al dinero (aunque muchas veces tiene que ver). Me refiero a la creencia de que hay lenguas con más vocabulario o con una gramática más compleja y que, por tanto, sirven para desarrollar pensamientos más profundos.
Es bastante habitual escuchar que los mejores filósofos han sido los alemanes y los griegos porque las declinaciones hacen que piensen más y mejor. Esto se desmonta rápidamente con una pregunta: ¿cuántos filósofos finlandeses conoces? En finés había (la última vez que lo miré) catorce declinaciones.
Las lenguas tienen el vocabulario y la complejidad gramatical que necesitan, ni más ni menos. Y en todas ellas existe un equilibrio. - Lenguas para la literatura. En el mundo hay más de 3000 lenguas. De esas lenguas solo una pequeña parte tiene un sistema de escritura. Pero eso, en realidad, no importa mucho porque cuando hablamos de lenguas casi nunca hablamos de sistemas de escritura. Sin embargo, esta realidad hace que haya quien considere que algunas lenguas son válidas para la literatura y otras que no.
En primer lugar, hay un problema con el concepto de «literatura». Porque literatura no es únicamente aquello que se escribe. Somos herederos de una tradición oral muy rica, compleja y apasionante. Así que no, literatura no es únicamente lo que viste en ese libro y sí, todas esas lenguas tienen literatura.

- Lenguas para la ciencia. Este prejuicio es muy parecido al anterior. Si nos regimos por las publicaciones científicas llegaríamos a la conclusión de que la única lengua válida para la ciencia, hoy por hoy, es el inglés. Esto, por supuesto, no es así, que desde la academia se obligue a escribir en inglés no tiene tanto que ver con que una lengua sea más o menos clara como con el imperialismo lingüístico.
En qué nos afectan estos prejuicios
Puede que nuestra lengua materna sea una lengua mayoritaria, fuerte. Una lengua en la que se escriben libros y artículos y que nos lleva a muchísimos lugares. Es lo que nos ocurre a los hablantes de español y, también, es lo que les ocurre a los hablantes de inglés.
Si estamos en esa situación es muy probable que nunca nos hayamos parado a pensar en las demás lenguas, en cómo funcionan, en cuáles son sus riquezas. Pero, sobre todo, es casi seguro que nunca hayamos pensado en otras realidades.
Sin embargo, todos estos prejuicios también nos pueden afectar a nosotros. A lo mejor somos hablantes de español pero no del español que quieren las instituciones. Tal vez seamos un periodista de Granada que quiere dedicarse dar noticias por la radio. Puede que un día nos digan: no, tu acento no vale, tu acento es pobre, tu acento no vale para la comunicación. Entonces, el mismo prejuicio que afectaba a esa lengua remota te está afectando a ti, directamente.
Cómo podemos combatirlos
- Lo primero a lo que tenemos que recurrir es al sentido común. A veces estamos convencidos de que las cosas funcionan de determinada manera porque nunca nos hemos parado a pensar en ellas. No pasa nada, es normal, pero párate a pensar un momento. ¿Tiene sentido creer que todo un grupo de personas tiene un sistema de comunicación menos desarrollado que el tuyo?
- Aprende otras lenguas, lenguas muy alejadas de la tuya. Esto ampliará muchísimo tu marco de referencia y te hará descubrir que no puedes dar las cosas por sentadas.
- No todo es aprender otras lenguas, también puedes leer sobre ellas, leer literatura que, originalmente, estaba escrita en ellas. Conocer las sociedades que hablan faroés, occitano, mingreliano o pirahã te quitará muchas ideas sobre cómo son, cómo se organizan y hasta dónde alcanza su razonamiento.
- Escucha a quien sabe.

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